Sábado transtaquilla
Esto del TranSantiago ha sido tema digno de encuesta de Mico el Micófono. Y como yo no quiero salir diciendo “Tengo miedo, tengo miedo, el TranSantiago me da mucho miedo” enfrenté el nuevo sistema de transporte y decidí hacerlo un panorama entretenido para el sábado por la tarde. Así que con mi hermano miramos el colorido mapa y fijamos destino para salir a transtaquillar.
A pesar de lo que se puede pensar, había más caras amables que de enojo. Se respiraba un ímpetu de comunión en ese caos, y en las infinitas esperas por los troncales. Debo reconocer que precisamente era eso lo que me entusiasmaba. La experiencia para la posteridad, del tipo “yo estuve en Tunick… o yo ví a la Pequeña Gigante”, o sea, un evento de masas en que los ánimos están distintos, y todos los Joe Pino que llevamos dentro quieren decir lo que piensan. Por eso toda la gente andaba más amigable. En un solo día intercambiamos más palabras que todo lo que en un año es imposible de lograr en cualquier medio de locomoción. Era definitivamente la gran virtud del TranSantiago.
Supe de los recorridos cotidianos de muchas señoras, las quejas con énfasis en la diferencia de clases que hacían algunos hombres, pues parece que con mi hermano demostrábamos en nuestra actitud que sólo salimos por placer, y no por necesidad. A eso yo lo llamo interés sociológico, o material de guión.
Esto del TranSantiago es un carnaval, pues a todos los que tomamos la locomoción colectiva por algún motivo nos convierte en iguales. Zamorano, di la cara por ti. TranSantiago me encanta en febrero.
… Quizá porque me tengo que ir a mi trabajo de febrero a pata.
A pesar de lo que se puede pensar, había más caras amables que de enojo. Se respiraba un ímpetu de comunión en ese caos, y en las infinitas esperas por los troncales. Debo reconocer que precisamente era eso lo que me entusiasmaba. La experiencia para la posteridad, del tipo “yo estuve en Tunick… o yo ví a la Pequeña Gigante”, o sea, un evento de masas en que los ánimos están distintos, y todos los Joe Pino que llevamos dentro quieren decir lo que piensan. Por eso toda la gente andaba más amigable. En un solo día intercambiamos más palabras que todo lo que en un año es imposible de lograr en cualquier medio de locomoción. Era definitivamente la gran virtud del TranSantiago.
Supe de los recorridos cotidianos de muchas señoras, las quejas con énfasis en la diferencia de clases que hacían algunos hombres, pues parece que con mi hermano demostrábamos en nuestra actitud que sólo salimos por placer, y no por necesidad. A eso yo lo llamo interés sociológico, o material de guión.
Esto del TranSantiago es un carnaval, pues a todos los que tomamos la locomoción colectiva por algún motivo nos convierte en iguales. Zamorano, di la cara por ti. TranSantiago me encanta en febrero.
… Quizá porque me tengo que ir a mi trabajo de febrero a pata.