Friday, December 02, 2005

Desmitificando a Lucía

Cuando pienso en películas que me han cautivado, creo que ha sido porque tiene un personaje femenino admirable. No me interesa la identificación o ver que sean ejemplares. De hecho lo realmente admirable es que se trate de personas imperfectas, con cargas o conflictos de peso.

Paz Vega en Lucía y el sexo está hecha para los hombres. Ella vive para un hombre, y cumple los deseos de él. Es cierto que su personalidad es encantadora y desenfadada, pero está construido en función de los deseos de un macho. Lo mismo pasa con Amelie Poulain. A pesar de que cautiva porque saca la niña inocente, tímida y traviesa que algunas llevan dentro (me incluyo), termina por resultar fantasioso, y en ambos casos (Lucía y Amelie) no se sabe por qué ellas son así, cuáles son sus defectos, debilidades, en fin, la historia que las hace ser de esa forma y no otra. Otro reciente es el personaje de Francisca Lewin en Se Arrienda. Definitivamente son mujeres bacanes para que ellos sueñen pololearse. Pero casi no existen!!!. Y estoy segura de que a muchos les asustaría encontrarse con chicas tan “sicópatas”, por decirlo de algún modo.
Por eso hay que salirse la fantasía y toparse con lo real.

Celine -el personaje de Julie Delpy en Antes del amanecer (y atardecer)- es mucho más real. Una neurótica adorable, con una bella capacidad de mostrarse tal cual es, en todos los sentidos. Me encanta cómo seduce, cómo se enoja, cómo se quiebra, cómo se deja querer. Se parece al de Diane Keaton en Alguien tiene que ceder. Muchos criticarán que es una comedia superficial, pero Keaton construye a una mujer madura piolísima, que me parece muy representativa de muchas. ¿Quién no ha llorado así por desamor? Bueno, yo sí.
Pensando en personajes más dramáticos, Maribel Verdú en Y tu mamá también, o Sara Polley en Mi vida sin mí, son unas verdaderas heroínas. Cargan con todo y no se desgastan. Tienen la claridad de cómo resolver su muerte sin que nadie salga herido. Me gustaría ser así de fuerte.

Como bonus track, me quedo con Penny Lane (Casi Famosos) y Robin Wright (Forrest Gump). Qué hippies!

Sobre Pearl Jam o los 15

Lo admito. No quería ir a Pearl Jam. Era la tentación de mirarse en el espejo de los 15. Una imagen nostálgica que no quería recordar. Erase una vez que vestía camisas de cuadro, botas Dr. Martens y mucho pantalón de cotelé, pero más allá de esa identificación estilística, lo era realmente la sensación de que a esa edad me sentía una grunge de verdad. Triste, rabiosa y solitaria (y final). Deprimida por vivir la adolescencia en un país todavía extraño, y en el que la música parecía la única salvación. Dramático. Y Pearl Jam tuvo gran parte de culpa.

Nunca fueron mi grupo favorito. Siempre había otro que le ganaba ese privilegio. Pero sí amaba a Eddie Vedder. Imaginaba que nos conoceríamos, en una historia tipo Antes del amanecer (por cierto, una película muy grunge de la época) y bueno, que nos íbamos a casar o tener una vida aventurera juntos . Luego me interesó Ament, por lo que tuve graves conflictos. Finalmente me quedé con Gossard, que era más piola. En fin, si hubiera sido cierto, estaría figurando como la Javiera Parra en una biografía no autorizada.

Pero volviendo a los 15... he ahí lo conflictivo. Algo de generación X se vive a los 15. De un día para otro odié tanta amargura y no tener problemas reales de amor. Dejé de estar tan enamorada de los músicos, me volví algo intelectual, menos grunge y más alternativa. Ésa era la palabra ahora. Alternativa. Sí, escuchaba programas de radio terriblemente alternativos, que hablaban sobre festivales igualmente alternativos en otros lugares de Europa. Luego conocí a los Smashing Pumpkins, Radiohead, y otros más desconocidos que tenían nombres difíciles (por lo alternativos que eran).

Pero volviendo a Pearl Jam... a medida que se fue acercando mi regreso a Chile empecé a ponerme más feliz. Ya tenía 16... era una adulta!, no me llama la atención escuchar a Pearl Jam. No Code era un disco bueno...pero fome. Y me enojaron. Además, fue el único grupo que no fue a tocar a España en su mejor momento, y se les ocurrió ir pocos días después de que ya me volví. Perdí la oportunidad.

Y ahora a los Amermelados de Perla se les ocurre venir a Chile. Malditos treintones. No recuerdo cuando fue la última vez que me puse una camisa a cuadros. Incluso ahora se dice que eso es de lesbianas. Lo ví en una película. Pero volviendo a PJ. Creo que van a tocar esos discos que ya casi ni escuché, y aun si son los hits, no, no iba a ir... Me engañé. La estúpida posibilidad de perderme a ese grupo que me volvió tan loca, o quizá tan calmada para esa edad, en fin, no vale la pena. Así que como otras veces, en que no me resulta eso de negarme asistir a estos conciertos tan personalmente clásicos, me fui a comprar la entrada medio ilegalmente, y con la suerte habitual de la última hora. Así fue como, convertida en una grungera vip, volví por un par de horas a los 15, junto a otros miles quinceañeros de 25. Y Eddie Vedder era el mismo.